Hace
unos días volvimos del Peloponeso. Queríamos daros las gracias
por
esta propuesta de viaje estupenda. Nos ha sorprendido y
maravillado. Nos fue
imposible visitar todo el Peloponeso en 8 días, o sea que nos
centramos en la
parte sur y este. Nos ha parecido una zona sorprendente y a la
vez espectacular
por su paisaje montañoso, que no imaginábamos, agreste y al
mismo tiempo, la
cercanía y planicie de sus playas. Todo esto, conllevaba que
las distancias
fueran grandes por la sinuosidad de las carreteras. Pero
gracias a ello,
pudimos tener unas vistas panorámicas del paisaje.
Empezamos
el viaje en Atenas, para recoger el coche de alquiler y nos
fuimos hacia la zona de Lakonia, que
está al sureste, con parada obligada en el Canal de Corinto,
que pensando en
cómo se construyó, impresiona bastante. Pasamos por la ciudad
de Sparta y las
ruinas, que, aunque queda poco de la ciudad antigua, el
paisaje que le rodea
con un circo de montañas es impresionante y la señorial
Mystrás también nos
gustó, aunque sea por el calor o por el cansancio del viaje
(ya que viajamos de
noche y no habíamos dormido apenas), no la visitamos en
profundidad.
Después
de comer, fuimos hacia el hotel Stavros tu Notu Boutique
Hotel, en
la playa de Mavrovuni. Nada más llegar, nos pareció el
paraíso, un lugar muy
bonito, con piscina y delante de la playa. El hotel es
precioso, muy limpio, la
propietaria super amable y los empleados muy atentos y
serviciales. El desayuno
es muy completo y con mucha variedad de pasteles caseros. Un
detalle a comentar es
que para llegar hay que pasar unos 100 m sin asfalto y habían
muchos baches.
En
este hotel estuvimos 5 noches, a nuestro parecer nos sobró un
día. Con 4
noches ya hubiéramos tenido suficiente. Los vimos casi todo en
esos días, el motivo es que cuando vas a visitar algún
lugar, aprovechas para ir al siguiente destino para no tener
que volver a hacer
el mismo recorrido al día siguiente. Es decir, fuimos a Limeni
y a la Cueva de Diros y para visitar Porto Kagio y la península de Mani, no
íbamos a volver al
día siguiente y hacer dos veces parte del mismo recorrido. Así
que fuimos a
Limeni-Cueva de Diros-Vathia (donde comimos, por cierto, muy
bueno y económico)
-Porto Kagio y volvimos por el otro lado
de la Península. Total, un montón de quilómetros con unas
vistas espectaculares
desde arriba de las montañas. Porque eso sí, subes y bajas
continuamente.
Las
cenas las fuimos combinando en Githio. Un pueblo muy bonito y
tranquilo. Comimos pescado fresco buenísimo, Gyros, pizzas y
ensaladas enormes
que no pudimos acabar.
Al
día siguiente nos fuimos a la isla de Elafonisos. Una
carretera muy
bonita, con playas muy cerca de la carretera y también un
paisaje lleno de
olivos, muy bonito, la verdad, y con pueblos muy pequeñitos y
también con poca
gente. La playa de Simos nos pareció
preciosa, con aquella agua cristalina y sobretodo la
temperatura ideal. Un
aspecto que nos gustó mucho es la facilidad con que se pueden
hacer las cosas,
coger el ferry, muy bien indicado y poca gente, no sabemos si
es porque era septiembre,
pero todo muy tranquilo. Aparcamos sin tener que pagar y
después fuimos a comer
a un restaurante de la isla que casi ponemos los pies en el
agua. La comida
espectacular de sabrosa.
De
vuelta para el hotel pasamos por Monemvasia, ya era atardecer
y la luz
le daba un aspecto muy mágico. Aquí sí que tuvimos que aparcar
lejos, supongo
que el lugar es muy turístico y vale mucho la pena. La
visitamos, pero no nos
entretuvimos mucho ni subimos al castillo. Estábamos un poco
cansados y todavía
nos quedaban quilómetros hasta el hotel.
Al
día siguiente hicimos día de descanso, playa del hotel y
piscina y por
la tarde fuimos a Githio y a Valtaki beach a ver el naufragio de Dimitrios.
Al
día siguiente y último en la playa de Mavrovuni nos dirigimos
hacia Kardamyli, de nuevo un paisaje
estupendo, en unos momentos subimos
metros y metros por unes carreteras sinuosas. Kardamyli nos
pareció bonito, un
pueblo coqueto. Hicimos un vermut en la plaza al lado de la
Iglesia.
De vuelta paramos
en Neo Itilo y en la marisquería Μαύρος Πειρατής comimos
super
bien, unes gambas gigantes y una bandeja de pulpo,
calamares, y un
montón de pescado. Todo buenísimo. Nos sorprendió, y que ya
habíamos visto en
Githio, como cuelgan las patas de pulpo para secar al aire
libre. Nos contaron
que luego se hacen mejor a la plancha. Buenísimo!
Volvimos al hotel
para preparar ya las maletas e irnos a Nafplio al día
siguiente. Después de
cenar ese mismo día, hicimos un paseo por la playa de Mavrovuni.
Es larguísima. La temperatura y la poca
gente hizo que fuera un paseo muy tranquilo.
En
el trayecto hacia Nafplio, hicimos parada en Mycenas. Sólo se
puede
decir que es espectacular. La impresión de la puerta de los
leones, las grandes
piedras, la vista que abarca todo el valle. También hicimos
parada en el Tesoro
de Atreo.
A
medida que nos acercábamos a la ciudad, vimos las murallas de
Tiryns y
cada vez se hacía más grande la fortaleza de Palamidi.
Y
llegamos a Nafplio. Qué decir! Una belleza! Su casco antiguo
con tantas
flores, buganvilias. Nos dedicamos toda la tarde y buena parte
de la noche a
recorrer todas las calles. El bullicio de noche es
espectacular pero aún con
tanta gente paseando y en las terrazas, comiendo o tomando
algo, una gran
calma.
La
Pensión Omorfi Poli es genial. La habitación que nos asignaron
tenía 2
niveles y nuestro hijo alucinó. Todo muy limpio y cuidado. El
desayuno que
había era muy variado y lo podemos considerar en un nivel muy
alto. La propietaria nos
alegraba el día con su sonrisa y su trato, también el resto
del personal,
amabilísimos.
Ni
que decir tiene que salimos cada noche a cenar por las calles
del casco
antiguo de Nafplio. Había que vivir ese encanto. Antes de
cenar pasamos por el
museo de la guerra y vimos la maqueta de la fortaleza de
Palamidi, los grabados
de imágenes y mapas de Nafplio, la historia de las sucesivas
pertenencias hasta
la independencia de Grecia.
Al
día siguiente fuimos a visitar el teatro de Epidavros. La
grandiosidad y
la sonoridad impresiona, y muy bien conservado. Nos pareció
muy curioso que en
aquella época ya existiera un centro que hoy catalogaríamos de
“Wellness”. A la
vuelta fuimos a la playa de Karathona. El aparcamiento
bastante sucio y muchas
colillas en la arena. Eso sí, el agua genial.
La
mañana siguiente visitamos la fortaleza de Palamidi. Muchas
señales del
paso veneciano, grabados en piedra del león del escudo de
Venecia. Una vista
completa sobre el golfo Argólico. Desde las almenas pudimos
ver delfines cerca
de la costa.
En
Nafplio vimos una boda, muy curioso porque los novios fueron
paseando
por las calles seguidos por los invitados y con petardos y
bocinas de los
coches. Después por la noche también nos encontramos con una
procesión de un
santo y los curas y una banda por delante. Curioso todo ello.
Al
día siguiente después del almuerzo ya cogimos el coche para ir
a Atenas.
Unas cuantas horas de coche, la verdad es que ya teníamos
ganas de dejarlo,
llevábamos ya un montón de quilómetros a cuestas, contamos
unos 1.400 km aprox.
Al
llegar a Atenas, nos vino como un agobio de ciudad,
veníamos de la “soledad” de las carreteras y poca gente, en
general, y el bullicio de Atenas nos agobió. Fuimos
directamente al hotel Delice Hotel Family Apartments. Nos
hicieron esperar un
rato para que limpiaran la habitación. Fueron muy muy muy
amables, estuvimos
hablando un rato con la recepcionista y para esperar nos
ofrecieron zumos y
agua. Devolvimos el coche en el lugar indicado y nos fuimos a ver Atenas. Cabe decir que hotel Delice Hotel Family Apartments está muy bien situado en cuanto a proximidad a la plaza Syntagma pero lo suficientemente lejos del bullicio de Plaka y Monasteraki.
Comimos en Plaka e hicimos un poco de tiempo antes de subir a la Acrópolis por aquello del calor y la multitud. Fuimos al Stadium, al Arco de Adriano y el Templo de Zeus Olímpico. Nosotros ya habíamos estado hace 12 años, pero nos volvió a impresionar y a nuestro hijo le encantó, sobretodo, las vistas de la ciudad desde el Partenón.
Al
día siguiente fuimos a la Plaza Syntagma para ver el cambio de
guardia,
un rato a pasear por
Monasteraki, tomar un frappé y ver el Ágora. Comimos en Plaka y ya de regreso al hotel para recoger las maletas e ir al aeropuerto.
Monasteraki, tomar un frappé y ver el Ágora. Comimos en Plaka y ya de regreso al hotel para recoger las maletas e ir al aeropuerto.
Nuestro
viaje al Peloponeso ha sido todo un descubrimiento, gente de
apariencia seria que luego son muy amables cuando hablas con
ellos, paisajes
impresionantes y playas espectaculares.
No
tuvimos ningún problema con el idioma, con el inglés nos
bastamos. Pero
aún así, aprendimos algo del alfabeto griego y ya reconocíamos
alguna palabra y
las ciudades escritas en las señales de carretera.
Llegamos
a hablar con gente para conocer cómo estaba la situación del
país.
Nos dijeron que había mejorado, pero que la población todavía
no lo notaba.
Un
saludo,
Laura
y Roger