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miércoles, 9 de octubre de 2019

Nuestro viaje al Peloponeso ha sido todo un descubrimiento....

Hace unos días volvimos del Peloponeso. Queríamos daros las gracias por esta propuesta de viaje estupenda. Nos ha sorprendido y maravillado. Nos fue imposible visitar todo el Peloponeso en 8 días, o sea que nos centramos en la parte sur y este. Nos ha parecido una zona sorprendente y a la vez espectacular por su paisaje montañoso, que no imaginábamos, agreste y al mismo tiempo, la cercanía y planicie de sus playas. Todo esto, conllevaba que las distancias fueran grandes por la sinuosidad de las carreteras. Pero gracias a ello, pudimos tener unas vistas panorámicas del paisaje.
Empezamos el viaje en Atenas, para recoger el coche de alquiler y nos fuimos hacia la zona de Lakonia,  que está al sureste, con parada obligada en el Canal de Corinto, que pensando en cómo se construyó, impresiona bastante. Pasamos por la ciudad de Sparta y las ruinas, que, aunque queda poco de la ciudad antigua, el paisaje que le rodea con un circo de montañas es impresionante y la señorial Mystrás también nos gustó, aunque sea por el calor o por el cansancio del viaje (ya que viajamos de noche y no habíamos dormido apenas), no la visitamos en profundidad.
Después de comer, fuimos hacia el hotel Stavros tu Notu Boutique Hotel, en la playa de Mavrovuni. Nada más llegar, nos pareció el paraíso, un lugar muy bonito, con piscina y delante de la playa. El hotel es precioso, muy limpio, la propietaria super amable y los empleados muy atentos y serviciales. El desayuno es muy completo y con mucha variedad de pasteles caseros. Un detalle a comentar es que para llegar hay que pasar unos 100 m sin asfalto y habían muchos baches.
En este hotel estuvimos 5 noches, a nuestro parecer nos sobró un día. Con 4 noches ya hubiéramos tenido suficiente. Los vimos casi todo en esos días,  el motivo es que cuando vas a visitar algún lugar, aprovechas para ir al siguiente destino para no tener que volver a hacer el mismo recorrido al día siguiente. Es decir, fuimos a Limeni y a la Cueva de Diros y para visitar Porto Kagio y la península de Mani, no íbamos a volver al día siguiente y hacer dos veces parte del mismo recorrido. Así que fuimos a Limeni-Cueva de Diros-Vathia (donde comimos, por cierto, muy bueno y económico) -Porto Kagio  y volvimos por el otro lado de la Península. Total, un montón de quilómetros con unas vistas espectaculares desde arriba de las montañas. Porque eso sí, subes y bajas continuamente. 


Las cenas las fuimos combinando en Githio. Un pueblo muy bonito y tranquilo. Comimos pescado fresco buenísimo, Gyros, pizzas y ensaladas enormes que no pudimos acabar.  
Al día siguiente nos fuimos a la isla de Elafonisos. Una carretera muy bonita, con playas muy cerca de la carretera y también un paisaje lleno de olivos, muy bonito, la verdad, y con pueblos muy pequeñitos y también con poca gente. La playa de Simos  nos pareció preciosa, con aquella agua cristalina y sobretodo la temperatura ideal. Un aspecto que nos gustó mucho es la facilidad con que se pueden hacer las cosas, coger el ferry, muy bien indicado y poca gente, no sabemos si es porque era septiembre, pero todo muy tranquilo. Aparcamos sin tener que pagar y después fuimos a comer a un restaurante de la isla que casi ponemos los pies en el agua. La comida espectacular de sabrosa. 

De vuelta para el hotel pasamos por Monemvasia, ya era atardecer y la luz le daba un aspecto muy mágico. Aquí sí que tuvimos que aparcar lejos, supongo que el lugar es muy turístico y vale mucho la pena. La visitamos, pero no nos entretuvimos mucho ni subimos al castillo. Estábamos un poco cansados y todavía nos quedaban quilómetros hasta el hotel.
Al día siguiente hicimos día de descanso, playa del hotel y piscina y por la tarde fuimos a Githio y a Valtaki beach a ver el naufragio de Dimitrios.
Al día siguiente y último en la playa de Mavrovuni nos dirigimos hacia Kardamyli, de nuevo un paisaje estupendo, en unos momentos subimos metros y metros por unes carreteras sinuosas. Kardamyli nos pareció bonito, un pueblo coqueto. Hicimos un vermut en la plaza al lado de la Iglesia.
De vuelta paramos en Neo Itilo y en la marisquería Μαύρος Πειρατής  comimos super  bien, unes gambas gigantes y una bandeja de pulpo, calamares, y un montón de pescado. Todo buenísimo. Nos sorprendió, y que ya habíamos visto en Githio, como cuelgan las patas de pulpo para secar al aire libre. Nos contaron que luego se hacen mejor a la plancha. Buenísimo!

Volvimos al hotel para preparar ya las maletas e irnos a Nafplio al día siguiente. Después de cenar ese mismo día, hicimos un paseo por la playa de Mavrovuni. Es larguísima. La temperatura y la poca gente hizo que fuera un paseo muy tranquilo.
En el trayecto hacia Nafplio, hicimos parada en Mycenas. Sólo se puede decir que es espectacular. La impresión de la puerta de los leones, las grandes piedras, la vista que abarca todo el valle. También hicimos parada en el Tesoro de Atreo.
A medida que nos acercábamos a la ciudad, vimos las murallas de Tiryns y cada vez se hacía más grande la fortaleza de Palamidi.
Y llegamos a Nafplio. Qué decir! Una belleza! Su casco antiguo con tantas flores, buganvilias. Nos dedicamos toda la tarde y buena parte de la noche a recorrer todas las calles. El bullicio de noche es espectacular pero aún con tanta gente paseando y en las terrazas, comiendo o tomando algo, una gran calma. 

La Pensión Omorfi Poli es genial. La habitación que nos asignaron tenía 2 niveles y nuestro hijo alucinó. Todo muy limpio y cuidado. El desayuno que había era muy variado y lo podemos considerar en un nivel muy alto.  La propietaria nos alegraba el día con su sonrisa y su trato, también el resto del personal, amabilísimos.
Ni que decir tiene que salimos cada noche a cenar por las calles del casco antiguo de Nafplio. Había que vivir ese encanto. Antes de cenar pasamos por el museo de la guerra y vimos la maqueta de la fortaleza de Palamidi, los grabados de imágenes y mapas de Nafplio, la historia de las sucesivas pertenencias hasta la independencia de Grecia.
Al día siguiente fuimos a visitar el teatro de Epidavros. La grandiosidad y la sonoridad impresiona, y muy bien conservado. Nos pareció muy curioso que en aquella época ya existiera un centro que hoy catalogaríamos de “Wellness”. A la vuelta fuimos a la playa de Karathona. El aparcamiento bastante sucio y muchas colillas en la arena. Eso sí, el agua genial.
La mañana siguiente visitamos la fortaleza de Palamidi. Muchas señales del paso veneciano, grabados en piedra del león del escudo de Venecia. Una vista completa sobre el golfo Argólico. Desde las almenas pudimos ver delfines cerca de la costa.
En Nafplio vimos una boda, muy curioso porque los novios fueron paseando por las calles seguidos por los invitados y con petardos y bocinas de los coches. Después por la noche también nos encontramos con una procesión de un santo y los curas y una banda por delante. Curioso todo ello.
Al día siguiente después del almuerzo ya cogimos el coche para ir a Atenas. Unas cuantas horas de coche, la verdad es que ya teníamos ganas de dejarlo, llevábamos ya un montón de quilómetros a cuestas, contamos unos 1.400 km aprox.
Al llegar a Atenas, nos vino como un agobio de ciudad, veníamos de la “soledad” de las carreteras y poca gente, en general,  y el bullicio de Atenas nos agobió. Fuimos directamente al hotel Delice Hotel Family Apartments. Nos hicieron esperar un rato para que limpiaran la habitación. Fueron muy muy muy amables, estuvimos hablando un rato con la recepcionista y para esperar nos ofrecieron zumos y agua.
Devolvimos el coche en el lugar indicado y nos fuimos a ver Atenas. Cabe decir que hotel Delice Hotel Family Apartments está muy bien situado en cuanto a proximidad a la plaza Syntagma pero lo suficientemente lejos del bullicio de Plaka y Monasteraki. 
Comimos en Plaka e hicimos un poco de tiempo antes de subir a la Acrópolis por aquello del calor y la multitud. Fuimos al Stadium, al Arco de Adriano y el Templo de Zeus Olímpico.  Nosotros ya habíamos estado hace 12 años, pero nos volvió a impresionar y a nuestro hijo le encantó, sobretodo, las vistas de la ciudad desde el Partenón. 

Al día siguiente fuimos a la Plaza Syntagma para ver el cambio de guardia, un rato a pasear por  
Monasteraki, tomar un frappé y ver el Ágora. Comimos en Plaka y ya de regreso al hotel para recoger las maletas e ir al aeropuerto.
Nuestro viaje al Peloponeso ha sido todo un descubrimiento, gente de apariencia seria que luego son muy amables cuando hablas con ellos, paisajes impresionantes y playas espectaculares.
No tuvimos ningún problema con el idioma, con el inglés nos bastamos. Pero aún así, aprendimos algo del alfabeto griego y ya reconocíamos alguna palabra y las ciudades escritas en las señales de carretera.
Llegamos a hablar con gente para conocer cómo estaba la situación del país. Nos dijeron que había mejorado, pero que la población todavía no lo notaba.

Un saludo,

Laura y Roger